domingo, 18 de septiembre de 2011

TRADICIÓN VS MODERNIDAD, DENTRO DE LA INDUSTRIA CULTURAL

GESTIÓN DEL PATRIMONIO Y LA LABOR DEL HISTORIADOR

(Ensayo)

Es claro hoy en día el reto de la dicotomía entre tradición y modernidad, pues nunca antes han estado tan estrechamente arraigamos y puestos de moda ambos términos uno en boga del otro, parece ser uno de los temas que más está calando en el imaginario de las personas, puesto que se presentan como términos complejos para la construcción de imaginarios en este mundo contemporáneo.

El termino modernidad se relaciona con aquello que muestra un cambio, que se puso de manifiesto o irrumpió en su forma más nítida en la Francia revolucionaria del siglo XVIII y que bajo la dominación del iluminismo situó la crítica hacia el antiguo régimen, poniendo realce en aquello que podemos entender desde el punto de la razón, el cual presenta a la tradición como las razones de nuestra ignorancia, supersticiones y prejuicios inherentes a nuestro ser y el retraso a la civilización.

Por tal la idea de lo moderno se manifiesta como aquella que lleva consigo el cambio, progreso que se muestra en una serie de movimiento e innovación incesante. La tradición por otra parte se muestra como la otra cara de la moneda parece ser entendida como la cara mala, y por lo mismo la negación de la afirmación, como tal es vista como la antítesis y entendida como inmovilismo, prejuicio, ignorancia y superstición, así lo moderno parece manifestar la idea de seducción y la tradición acercada a la repugnancia, en definitiva la tradición parece ser entendía como la ausencia de la razón y de la luz desde el punto de vista de la moralización occidental.

Pero de tal dicotomía podemos desprender que una no sería sin la otra, como tampoco podemos encerrarnos en la misma; por lo tanto el hombre ha de ser, un ser que se mueve en esta dicotomía, pareciera ser una manifestación de un ir y venir lo que denominamos como vaivenes y dentro de la misma hay una gran variedad o pluralidad; ahora bien el hombre es quien a través de su manifestación, de su historia, se orienta en el presente por lo tanto la idea de pasado no debe ni puede ser entendida como lo negativo sino como la razón de ser del hombre; por lo mismo la tradición como manifestación está llena de contradicciones y negaciones pero no solo de eso, sino también de afirmaciones, puesto que permiten orientar nuestra existencia en el presente mas inmediato, así como lo moderno está plagada de lo mismo.

Hoy en día, la idea de modernidad llega acompañada de ese términos tan complejos que son globalización e Industria Cultural, manejadas por el Capitalismo, el cual se ha manifestado en los campos más insospechables como la Cultura, así como de la educación y la comunicación, que como tal ha llegado a romper esas fronteras nacionales y que por lo mismo podemos verlos como vehículos y contenidos que lleva consigo toda manifestación del hombre, que plantean modelos de lo otro, lo foráneo realzan lo que deberíamos ser, las metas y anhelos que deberíamos mirar y seguir, si queremos ser valorados y reconocidos como sujetos en este mundo contemporáneo, desdibujando la idea de nacionalidades y de pertenencia colectiva, llevándonos a un mundo cada vez más competitivo.

De tal manera la labor del historiador parece ser la de resguardar dichos imaginarios, puesto que es quien debe tratar de limar dicha construcción o al menos mostrarla como lo que es, ya que el nuevo orden se presenta mediante este discurso, como algo naturalizado que no podemos ni debemos cambiar, que debemos vivir con ella, pero cierto es, que es una construcción del hombre y por lo mismo puede ser cambiada. Una de las características del historiador, es el de ser la persona representante depositario y portavoz, aquel que construye y maneja significaciones así como articulador de las identidades colectivas de una nación, cuando lo que en realidad se hace en última instancia no es más que política, asimismo el historiador a través del tiempo ha manifestado de una u otra manera la construcción de los imaginarios que han residido en una serie de opiniones que en algunos casos fueron del deber ser retrospectivo, o como de las imágenes idealizadas. Pero el mundo de hoy, muestra que la tarea del historiador es el de alimentar o nutrir, así como de reconocer, admitir, enfrentar antes que negar; sugerir jubilo o lamento, no es tarea nuestra, reconocer que nuestra historia está llena de vaivenes, de movimientos de ir y de venir por lo tanto su construcción debe ser como lo que fue, no como lo que debería ser.

Vivimos en un mundo cambiante, es evidente que no podemos vivir con un espejo retrovisor hacia el pasado pero podemos recordarlo cuando la ocasión lo amerita, puesto que esta nos muestra a la modernidad usando la cultura como una mercancía, como la compra venta de la misma, pero además nos muestra que toda construcción hace hincapié en la creación de identidades que dan respuesta a quien soy, identidad asumida; quien soy para los otros, identidad asignada y quien anhelo ser, identidad anhelada. Hoy en día las manifestaciones de estas construcciones de la industria cultural se muestran relacionadas a la cultura, y por lo mismo el turismo parece ser parte de esa construcción es en este campo donde se da la edificación, difusión, promoción e interpretación, de la cultura, por lo mismo juega aquí el historiador una de las tareas más osadas y significativas que permiten ser un ente de criticidad a este nuevo orden y moverse con cautela sobre el mismo, corresponde a él, manifestar la realidad sin caras o con la menor subjetividad posible, y tratar de acercarse lo más que se pueda a la objetividad.

El campo de la Gestión del patrimonio cultural requiere esa labor ardua relacionado a la cultura, a aquello que los hombres pertenecientes de un determinado territorio como seres que lo habitan y le dan vida le atribuyen ese carácter especial o el de valores específicos y que no solo deben limitarse a la manifestación de lo histórico, estético y de uso, puesto que el hombre es un ser en construcción que elabora cultura en su recorrido, pero a la vez es víctima de esta misma construcción, por lo tanto la realidad no solo se limita a dichos campos sino a una gran pluralidad de los mismos, la cultura como tal se manifiesta como la razón de ser, la razón de vivir del hombre, mas no como un lujo, sino como la necesidad que nos ayuda perdurar en el mundo, a entendernos y a poder significar nuestra existencia en el devenir de nuestras vidas.

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